La rehabilitación de perros con fracturas de fémur con fisioterapia es un proceso clínico que busca restablecer la integridad funcional del miembro afectado tras una cirugía ortopédica o inmovilización. El abordaje fisioterapéutico se centra en reducir la inflamación postoperatoria, controlar el dolor y prevenir la atrofia muscular mediante técnicas como la crioterapia, los estiramientos pasivos y la electroestimulación neuromuscular. A medida que avanza la consolidación ósea, se incorporan ejercicios de carga progresiva y reeducación de la marcha, esenciales para garantizar una recuperación biomecánica estable y evitar compensaciones articulares o musculares.
La rehabilitación fisioterapéutica en perros con fracturas de fémur representa un componente decisivo para restaurar la función locomotora, preservar la masa muscular y optimizar la consolidación ósea.
Diversos estudios clínicos en ortopedia veterinaria han demostrado que la aplicación temprana y controlada de fisioterapia particularmente mediante movilización pasiva, hidroterapia y estimulación neuromuscular reduce en un 35-40 % el tiempo promedio de recuperación funcional respecto a la inmovilización convencional. Además, la activación progresiva de las extremidades posteriores mejora la perfusión sanguínea local y favorece la remodelación trabecular del callo óseo.
En consecuencia, los protocolos modernos integran la fisioterapia como parte esencial del tratamiento posquirúrgico para garantizar una recuperación estructural y funcional completa.
Fundamentos de la fisioterapia en fracturas femorales caninas

Los fundamentos de la fisioterapia en fracturas femorales caninas se basan en la necesidad de restaurar la función motora y prevenir complicaciones musculoesqueléticas tras la estabilización quirúrgica.
La estimulación mecánica controlada promueve la osteogénesis secundaria al activar la respuesta celular del periostio y mejorar la vascularización local. Según observaciones clínicas recientes en ortopedia veterinaria, iniciar movilización pasiva entre los días 3 y 5 postoperatorios reduce el riesgo de fibrosis capsular y mantiene la amplitud articular.
De igual modo, la aplicación secuencial de crioterapia, ejercicios de carga gradual y reeducación de la marcha permite una recuperación funcional más rápida y segura, evitando atrofias y rigidez articulares.
Objetivos terapéuticos en la recuperación del fémur fracturado
Los objetivos terapéuticos de la fisioterapia en la curación de una fractura femoral canina se orientan a restablecer la funcionalidad del miembro afectado, minimizar el dolor y favorecer una consolidación ósea biomecánicamente estable.
En primer lugar, se busca controlar la inflamación y el edema mediante crioterapia y drenaje pasivo. Luego, la terapia persigue preservar la movilidad articular y prevenir adherencias capsulares a través de movilizaciones suaves y ejercicios de rango controlado.
Posteriormente, se enfoca en reeducar la marcha, recuperar el tono muscular y mejorar la coordinación neuromotora, empleando hidroterapia, electroestimulación y ejercicios de propiocepción progresiva, fundamentales para alcanzar una locomoción simétrica y estable.
Importancia de la fisioterapia temprana en perros postquirúrgicos
La fisioterapia temprana en perros postquirúrgicos con fractura femoral es crucial para prevenir la pérdida de movilidad, la atrofia muscular y la rigidez articular asociadas al reposo prolongado.
Diversos análisis clínicos en centros de ortopedia veterinaria han demostrado que iniciar terapias dentro de los 3 a 5 primeros días posteriores a la cirugía, siempre bajo control del cirujano, acelera la recuperación funcional en más de un 30 % respecto a los protocolos convencionales. Además, la movilización precoz mejora la perfusión sanguínea local, estimula la osteogénesis y mantiene la elasticidad tendinosa, evitando contracturas. Por tanto, la fisioterapia temprana no solo favorece la consolidación ósea, sino que garantiza una rehabilitación integral y segura.
- Relacionado: rehabilitación para perros con fractura de fémur
Diferencias entre rehabilitación ortopédica general y fisioterapia femoral específica

La rehabilitación ortopédica general en perros se orienta al restablecimiento funcional tras cualquier lesión musculoesquelética, aplicando técnicas amplias como termoterapia, masoterapia y ejercicios de fortalecimiento progresivo.
En cambio, la fisioterapia femoral específica está diseñada para restaurar la integridad biomecánica y funcional del fémur, un hueso sometido a altas cargas axiales y torsionales.
A diferencia del enfoque general, este protocolo requiere control estricto de la carga, ejercicios de apoyo gradual y movilización segmentaria dirigida a cadera, rodilla y tarso. Además, la fisioterapia femoral incorpora hidroterapia de flotación parcial y electroestimulación focalizada para prevenir atrofias localizadas, garantizando así una recuperación equilibrada sin comprometer la estabilidad del implante ni el proceso de osteosíntesis.
Esta tabla explica con más detalle la diferencia entre la fisioterapia general canina y la fisioterapia específica Fracturas de Fémur:
Aspecto | Fisioterapia Ortopédica General en Perros | Fisioterapia Específica para Fracturas de Fémur |
---|---|---|
Objetivo principal | Recuperar la función global del sistema musculoesquelético tras lesiones o cirugías. | Restablecer la movilidad, fuerza y estabilidad del fémur operado sin comprometer la osteosíntesis. |
Áreas de tratamiento | Todas las articulaciones y grupos musculares. | Enfocada en cadera, rodilla y musculatura femoral. |
tipo de ejercicios | Ejercicios de fortalecimiento general, estiramientos y caminatas progresivas. | Movilización pasiva segmentaria, apoyo controlado y ejercicios de carga parcial. |
Inicio del tratamiento | Generalmente tras la retirada de suturas o cuando el dolor es mínimo. | Inicia entre los días 3–5 postcirugía, bajo supervisión veterinaria. |
Modalidades complementarias | Termoterapia, masoterapia, ultrasonido, ejercicios propioceptivos. | Hidroterapia de flotación parcial, electroestimulación localizada y crioterapia inicial. |
Duración media del protocolo | De 4 a 8 semanas según la lesión y la respuesta del paciente. | De 8 a 12 semanas, con fases específicas de carga y fortalecimiento. |
Riesgos principales | Sobrecarga muscular o fatiga por ejercicios excesivos. | Desplazamiento del implante, rigidez articular o retraso en la consolidación ósea. |
Resultados esperados | Recuperación funcional general y mejora de la resistencia física. | Recuperación locomotora completa con simetría en la marcha y estabilidad articular. |
Supervisión profesional | Puede ser guiada por fisioterapeutas caninos en fase ambulatoria. | Requiere coordinación directa con el cirujano ortopédico y fisioterapeuta especializado. |
Técnicas fisioterapéuticas aplicadas en la fractura de fémur
Las principales técnicas fisioterapéuticas aplicadas en la fractura de fémur canina incluyen métodos orientados a controlar la inflamación, preservar la movilidad articular y recuperar la función muscular.
En la fase inicial, se utiliza crioterapia para disminuir edema y dolor, seguida de movilización pasiva de cadera, rodilla y tarso para mantener el rango articular. Posteriormente, se introducen ejercicios de carga progresiva y propiocepción, junto con hidroterapia en cinta acuática, que reduce el impacto axial sobre el fémur.
En fases avanzadas, se emplea electroestimulación neuromuscular y masoterapia profunda, destinadas a restaurar la fuerza, prevenir atrofias y favorecer la simetría en la marcha.
Tipos de fisioterapia después de la cirugía de fractura de fémur en perros
Tras la cirugía de fractura femoral en perros, la fisioterapia se clasifica en cuatro tipos principales, aplicados de forma progresiva según la evolución clínica del paciente:
- Fisioterapia pasiva: se inicia en los primeros días postoperatorios e incluye movilización articular suave y crioterapia, destinada a reducir la inflamación y evitar la rigidez capsular.
- Fisioterapia activa asistida: aplicada cuando el animal puede apoyar parcialmente la extremidad; se emplean ejercicios controlados, hidroterapia y estimulación propioceptiva.
- Fisioterapia activa: enfocada en fortalecer la musculatura femoral mediante caminatas en superficie estable o acuática, según la fase de consolidación.
- Fisioterapia funcional avanzada: orientada a reeducar la marcha, recuperar la coordinación y restaurar la simetría locomotora, integrando ejercicios dinámicos y de resistencia moderada bajo supervisión profesional.
Ejercicios pasivos y activos para restaurar movilidad articular

Los ejercicios pasivos y activos son pilares esenciales en la recuperación funcional tras una fractura femoral canina. En la fase pasiva inicial (días 3–10 postcirugía), el terapeuta realiza movilizaciones suaves de flexión y extensión en cadera, rodilla y tarso, manteniendo la alineación fisiológica y evitando el dolor. Estos movimientos favorecen la lubricación sinovial, previenen adherencias capsulares y estimulan la perfusión local.
En la fase activa, cuando el perro ya tolera carga parcial, se introducen ejercicios asistidos, como caminatas lentas controladas, apoyo en superficies blandas o el uso de pelotas de equilibrio. Su aplicación progresiva mejora la coordinación, incrementa la fuerza muscular y acelera la recuperación de la marcha natural.
Hidroterapia y sus beneficios en la recuperación del fémur canino
La hidroterapia es una herramienta terapéutica altamente efectiva en la rehabilitación del fémur canino, ya que permite ejercitar la extremidad sin someterla a cargas axiales excesivas.
El principio de flotación reduce entre un 40 y un 60 % del peso corporal, lo que facilita el movimiento articular sin riesgo de desplazamiento del implante. Además, la presión hidrostática mejora el retorno venoso y linfático, disminuyendo edema y dolor.
En la cinta acuática, el perro realiza una marcha controlada que estimula la propiocepción, la fuerza del cuádriceps y la simetría locomotora. Su aplicación regular acelera la consolidación ósea, restaura la funcionalidad y favorece una recuperación más estable y segura.
Electroterapia y termoterapia para estimular la consolidación ósea
La electroterapia y la termoterapia son técnicas complementarias empleadas para favorecer la consolidación ósea y la recuperación funcional tras una fractura femoral en perros.

La electroterapia, mediante estimulación neuromuscular (20–50 Hz), activa las fibras musculares atrofiadas, mejora la perfusión tisular y promueve la actividad osteoblástica, acelerando la mineralización del callo óseo. Por su parte, la termoterapia aplicada con calor superficial o infrarrojo en fases subagudas incrementa la circulación local, facilita el metabolismo celular y reduce la rigidez periarticular.
Cuando ambas se aplican de forma controlada, bajo supervisión veterinaria, optimizan la regeneración ósea y contribuyen a restablecer la movilidad articular y la estabilidad del miembro afectado.
Planificación del protocolo fisioterapéutico según la fase de recuperación
La planificación del protocolo fisioterapéutico tras una fractura femoral en perros debe adaptarse rigurosamente a las fases biológicas de la consolidación ósea y a la respuesta funcional del tejido blando circundante. El objetivo es optimizar la recuperación evitando sobrecargas o retrasos en la osteogénesis.
1. Fase aguda (0–10 días postoperatorios):
En esta etapa predominan la inflamación y el dolor. Se prioriza el control del edema mediante crioterapia intermitente (10–15 minutos cada 4 h), electroestimulación de baja frecuencia (2–10 Hz) para preservar la excitabilidad muscular, y movilización pasiva suave de cadera y rodilla sin rotación femoral.
Según observaciones clínicas recientes, la movilización temprana pasiva acelera la reabsorción de exudado y reduce el riesgo de fibrosis periarticular.
2. Fase subaguda (10–30 días):
Se introduce la carga parcial asistida (uso de arnés o soporte bajo el abdomen) y ejercicios propioceptivos básicos en superficie estable. La hidroterapia en cinta acuática se recomienda cuando la incisión esté cicatrizada, ya que disminuye el impacto axial hasta un 60 % y permite movimiento seguro.
Veterinarios especializados en rehabilitación han señalado que esta fase es clave para prevenir atrofia muscular temprana.
3. Fase de consolidación (30–60 días):
A medida que el callo óseo adquiere resistencia, se intensifica el trabajo activo controlado, incluyendo ejercicios de sentarse y levantarse, escaleras bajas y caminatas progresivas. Se combinan con termoterapia superficial (compresas húmedas a 38–40 °C) para mejorar la extensibilidad de tejidos blandos.
La mayoría de protocolos clínicos destacan la importancia de progresar sin dolor ni inflamación residual.
4. Fase funcional (a partir de los 60 días):
Se orienta hacia la recuperación completa de la marcha y del tono muscular. Se integran ejercicios de equilibrio dinámico, cambios de dirección y pequeñas cargas resistidas con bandas elásticas. La fisioterapia finaliza solo cuando el perro recupera la simetría de apoyo y amplitud articular.
Este esquema se basa en los principios terapéuticos descritos en Millis & Levine (Canine Rehabilitation and Physical Therapy, 3rd ed.) y en las guías ortopédicas aplicadas en rehabilitación canina posfractura.
Fase aguda: control del dolor y preservación muscular
Durante la fase aguda de la rehabilitación del fémur canino que abarca aproximadamente los primeros 7 a 10 días tras la cirugía, el protocolo fisioterapéutico se centra en controlar el dolor, limitar la inflamación y evitar la atrofia muscular precoz. En esta etapa, el tejido óseo aún presenta inestabilidad microestructural y la vascularización periostal se encuentra en reorganización, por lo que las intervenciones deben ser suaves y progresivas.
El manejo incluye crioterapia local intermitente (aplicada cada 4 a 6 horas para reducir el edema), masajes de drenaje linfático manual, y electroestimulación de baja frecuencia (2–10 Hz) dirigida a los músculos cuádriceps e isquiotibiales para conservar la excitabilidad neuromuscular. Además, se recomienda iniciar movilizaciones pasivas controladas de cadera y rodilla en rangos seguros, evitando la torsión femoral.
Según diversos protocolos clínicos revisados en Canine Rehabilitation and Physical Therapy (Millis & Levine, 2022), estas medidas favorecen la oxigenación tisular, disminuyen el dolor y reducen el riesgo de fibrosis articular temprana.
Fase intermedia: fortalecimiento y reeducación de la marcha
En la fase intermedia de recuperación generalmente entre la 3.ª y 6.ª semana postoperatoria, dependiendo de la consolidación radiográfica, el objetivo central es restaurar la fuerza muscular, mejorar la propiocepción y reeducar los patrones de marcha sin comprometer la estabilidad del fémur. Durante este periodo, el callo óseo adquiere mayor densidad y permite una carga parcial y controlada del miembro afectado.

El protocolo clínico recomendado incluye ejercicios activos asistidos (como flexoextensión guiada y levantamientos con apoyo parcial), seguidos por hidroterapia en cinta subacuática que disminuye la carga articular hasta en un 60 %, facilitando la movilidad sin dolor.
También se introducen ejercicios de equilibrio sobre superficies inestables para estimular la coordinación neuromuscular. Según programas de rehabilitación descritos en Journal of Small Animal Practice (2021), la reeducación progresiva de la marcha en esta fase reduce el riesgo de cojeras residuales y acelera el retorno funcional del miembro afectado.
Fase avanzada: retorno a la actividad normal y prevención de recaídas
En la fase avanzada de rehabilitación, que suele iniciarse a partir de la 7.ª u 8.ª semana tras la cirugía, cuando las radiografías confirman una consolidación ósea estable, el objetivo se centra en restaurar la función completa, optimizar la resistencia muscular y prevenir recaídas o nuevas fracturas. En este punto, el hueso ha recuperado su integridad biomecánica, pero los tejidos blandos (tendones, músculos y cápsulas articulares) aún requieren fortalecimiento y coordinación fina.
El plan fisioterapéutico incorpora ejercicios dinámicos de resistencia progresiva, trote controlado en superficie firme, y sesiones de hidroterapia intensiva para potenciar la fuerza sin sobrecargar el fémur.
Asimismo, se recomienda implementar entrenamiento propioceptivo avanzado, con obstáculos y cambios de dirección, para mejorar la respuesta neuromuscular. Según pautas clínicas descritas en Veterinary Surgery (2022), esta fase reduce significativamente el riesgo de refracturas o disfunción crónica, favoreciendo un retorno seguro y sostenido a la actividad habitual del perro.
Evaluación de resultados y seguimiento del perro rehabilitado
La evaluación y seguimiento del perro rehabilitado constituyen la etapa final del protocolo fisioterapéutico y son esenciales para confirmar la recuperación funcional completa del miembro femoral. Esta fase implica una valoración sistemática de la fuerza muscular, amplitud articular, simetría de la marcha y respuesta neuromotora, utilizando herramientas objetivas como la goniometría, dinamometría y análisis de la presión plantar mediante plataformas de fuerza.

Las revisiones clínicas deben realizarse cada 2 a 4 semanas durante los tres primeros meses posteriores al alta quirúrgica.
Los especialistas en fisioterapia veterinaria recomiendan documentar la evolución mediante registros fotográficos, escalas de dolor (por ejemplo, la Glasgow Composite Pain Scale), y cuestionarios funcionales para los propietarios.
Según observaciones clínicas reportadas en Journal of Veterinary Rehabilitation and Physical Therapy (2023), un seguimiento estructurado disminuye en más del 40 % las recurrencias y facilita la detección temprana de disfunciones residuales, garantizando una recuperación estable y duradera.
1. Crioterapia (fase aguda)
- Reducción del edema en un ≥30 % tras 72 h de aplicación.
- Disminución perceptible del dolor a la palpación.
- Temperatura cutánea estabilizada (medida con termografía).
- Ausencia de inflamación progresiva o hemorragia subcutánea.
2. Electroestimulación neuromuscular (fase aguda–intermedia)
- Incremento de la masa muscular ≥ 10 % en el músculo cuádriceps tras 3 semanas.
- Recuperación de la contracción voluntaria sostenida durante al menos 5 s.
- Simetría eléctrica bilateral según electromiografía superficial.
- Ausencia de signos de fatiga o dolor muscular pos-sesión.
3. Hidroterapia (fase intermedia–avanzada)

- Mejora de la simetría de apoyo en un ≥ 85 % respecto al miembro sano.
- Incremento del tiempo de apoyo en la cinta subacuática.
- Aumento del rango de movimiento (ROM) de cadera y rodilla ≥ 15°.
- Capacidad para trotar sin claudicación visible en superficie seca.
4. Ejercicios pasivos y activos (todas las fases)
- ROM articular dentro del 90–100 % del valor fisiológico.
- Coordinación intermuscular equilibrada observada en el análisis de la marcha.
- Estabilidad sin temblores o compensaciones.
- Capacidad de realizar movimientos funcionales (sentarse, incorporarse, subir peldaños).
5. Termoterapia (fase subaguda–avanzada)
- Aumento controlado de la temperatura tisular de 2–3 °C sin irritación cutánea.
- Mejora de la elasticidad muscular y reducción de contracturas palpables.
- Disminución de la rigidez articular matinal en más del 50 %.
6. Entrenamiento propioceptivo y equilibrio (fase avanzada)
- Recuperación de la coordinación y del tiempo de reacción neuromuscular.
- Ejecución estable de ejercicios sobre superficies inestables sin pérdida de equilibrio.
- Análisis de la marcha simétrico y sin desviaciones laterales.
- Capacidad de realizar cambios de dirección sin cojera ni compensación lumbar.