El protocolo específico de rehabilitación para perros con fractura de fémur integra estrategias fisioterapéuticas orientadas a restaurar la funcionalidad musculoesquelética tras la osteosíntesis o inmovilización quirúrgica. Este proceso requiere una planificación precisa que contemple el control del dolor, la preservación del tono muscular y la reeducación de la marcha. Factores como el tipo de fractura (transversa, oblicua o conminuta), la edad del animal y la técnica de fijación empleada determinan la intensidad y progresión de cada fase. Un abordaje multidisciplinario optimiza la cicatrización ósea y previene secuelas articulares o musculares.
Evaluación veterinaria inicial en perros con fractura de fémur
Cuando un perro presenta una fractura femoral, los signos clínicos suelen ser evidentes y preocupantes. El animal evita cargar peso sobre la extremidad afectada, lo que refleja dolor intenso o incomodidad. En fracturas completas, la extremidad puede observarse en posición anómala o colgando de manera antinatural. Los síntomas más comunes incluyen:

Para establecer el diagnóstico, el veterinario realiza un examen clínico exhaustivo. Evalúa la locomoción y palpa la extremidad en busca de dolor, tumefacción o movilidad anormal. En muchos casos, la palpación revela inestabilidad o crepitación, indicativa del roce entre los fragmentos óseos.
Cuando el examen físico sugiere fractura, el siguiente paso es la confirmación mediante estudios radiográficos. La radiología permite identificar con precisión el hueso y la articulación afectados, valorar la posición de los fragmentos y clasificar la fractura como simple o compleja, lo cual resulta determinante para definir el plan terapéutico. Tal y como señalan las guías de la American College of Veterinary Surgeons (ACVS), las fracturas de fémur rara vez se tratan de forma conservadora y, en la mayoría de los casos, la estabilización quirúrgica es la opción recomendada, ya que asegura una correcta alineación ósea y reduce de manera significativa el riesgo de complicaciones como consolidaciones defectuosas o pseudoartrosis.
Métodos diagnósticos específicos en caninos (radiografía y TAC)
La radiografía constituye una herramienta diagnóstica rápida y no invasiva que permite observar el interior del cuerpo del animal. Los rayos X atraviesan los tejidos en distinta medida: penetran fácilmente músculos y tejidos blandos, pero encuentran mayor resistencia en los huesos, que son más densos. Esta diferencia genera una imagen contrastada donde el esqueleto se muestra en blanco, los órganos y músculos en tonalidades grises y las cavidades llenas de aire, como los pulmones, en negro. Finalizado el examen, no queda radiación residual ni en el cuerpo del animal ni en la sala de exploración.

¿Qué es una tomografía computarizada (TC)?
La tomografía computarizada (TC), también conocida como escáner o tomodensitometría, utiliza rayos X para obtener imágenes seccionales de alta resolución del organismo. A diferencia de la radiografía convencional, que produce una sola proyección, la TC genera cortes transversales que permiten visualizar con gran detalle huesos, órganos y tejidos blandos.
El procedimiento sigue estas fases:
- Emisión de rayos X: el animal se coloca sobre una mesa móvil que se desliza a través de un anillo emisor de radiación.
- Detección: los rayos atravesados son recogidos por detectores situados frente a la fuente emisora.
- Procesamiento digital: un ordenador transforma los datos en imágenes en 2D y 3D de las estructuras internas.
Las imágenes obtenidas mediante TC ofrecen una definición muy superior a la radiografía simple, permitiendo detectar con precisión lesiones finas como tumores, fracturas complejas, procesos infecciosos o hemorragias internas.
Aunque la exposición a radiación ionizante está cuidadosamente controlada, siempre existen riesgos potenciales. Sin embargo, en medicina veterinaria se considera que los beneficios diagnósticos superan claramente los posibles efectos adversos, tal como señalan las recomendaciones de la American Veterinary Medical Association (AVMA) y de la European College of Veterinary Diagnostic Imaging (ECVDI). Por ello, los protocolos incluyen la minimización de dosis y el uso de sedación o anestesia ligera para garantizar tanto la seguridad del animal como la calidad de la imagen.
Valoración del dolor en perros con fractura femoral
La valoración del dolor en perros con fractura de fémur es un paso clínico imprescindible, ya que la intensidad y el tipo de dolor determinan tanto la urgencia terapéutica como la estrategia analgésica. En la práctica veterinaria, se combinan la observación conductual, la exploración física y, cuando es posible, escalas validadas de dolor.
Entre los signos clínicos más frecuentes se incluyen:
- Vocalizaciones (gemidos, ladridos o quejidos) especialmente al mover o tocar la extremidad.
- Posturas antálgicas: el perro evita apoyar la extremidad y puede mantenerla en flexión constante.
- Cambios conductuales: inquietud, agresividad o apatía frente a la manipulación.
- Signos fisiológicos: taquicardia, taquipnea y, en algunos casos, dilatación pupilar como respuesta al dolor agudo.
Para objetivar la valoración, los veterinarios suelen emplear herramientas como la Escala de Glasgow modificada para dolor canino, que integra parámetros conductuales y fisiológicos, permitiendo una puntuación cuantificable y repetible.
En casos de fractura femoral, la literatura especializada recomienda instaurar analgesia multimodal, combinando opioides, antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y, en determinados escenarios, bloqueos nerviosos regionales. De acuerdo con la World Small Animal Veterinary Association (WSAVA), un control inadecuado del dolor no solo compromete el bienestar del paciente, sino que también puede retrasar la recuperación y favorecer complicaciones posquirúrgicas.
Factores clínicos propios de los perros que influyen en la rehabilitación
El éxito de la rehabilitación tras una fractura femoral en perros depende de varios parámetros clínicos propios de cada paciente:

- Edad: los cachorros presentan una consolidación ósea más rápida, mientras que en perros geriátricos el proceso puede duplicar el tiempo de recuperación.
- Peso corporal: los animales con sobrepeso tienen un riesgo hasta un 40 % mayor de retraso en la cicatrización y en la reincorporación a la marcha normal.
- Tipo de fractura: las fracturas simples suelen responder mejor a la fisioterapia que las fracturas conminutas o abiertas, donde la tasa de complicaciones postoperatorias es significativamente más alta.
- Estado general de salud: enfermedades concurrentes como diabetes mellitus, osteoartritis o trastornos endocrinos pueden comprometer la respuesta a la rehabilitación.
- Nivel de dolor: un control analgésico adecuado favorece la participación activa del perro en ejercicios fisioterapéuticos y reduce el riesgo de atrofia muscular.
Según el European College of Veterinary Sports Medicine and Rehabilitation (ECVSMR), la evaluación individualizada de estos factores antes de diseñar un plan terapéutico aumenta notablemente la tasa de recuperación funcional y reduce la reincidencia de lesiones.
Protocolos quirúrgicos y rehabilitación adaptada al perro
El tratamiento de las fracturas femorales en perros requiere un abordaje combinado que incluye tanto la estabilización quirúrgica como un plan de rehabilitación cuidadosamente diseñado. La elección de la técnica depende del tipo de fractura, la edad del animal, su peso y el estado general de salud.
Protocolos quirúrgicos
- Osteosíntesis con placas y tornillos: indicada en fracturas diafisarias o metafisarias, asegura una estabilidad rígida y permite una recuperación más temprana de la función.
- Clavos intramedulares: útiles en fracturas simples de diáfisis, aunque ofrecen menor control rotacional y requieren complementarse a veces con cerclajes.
- Fijadores externos: recomendados en fracturas abiertas o altamente conminutas, donde el riesgo de infección obliga a mantener un acceso fácil para el cuidado posoperatorio.
La literatura clínica señala que el uso de técnicas combinadas (placa + tornillo bloqueado, o clavo + fijador externo) puede mejorar la estabilidad en fracturas complejas. Según el American College of Veterinary Surgeons (ACVS), la cirugía temprana reduce la probabilidad de consolidación viciosa y acelera el retorno funcional.
Protocolos de rehabilitación
La rehabilitación debe iniciarse tan pronto como la estabilidad quirúrgica lo permita, habitualmente dentro de las primeras 48–72 horas tras la cirugía. Los objetivos principales son controlar el dolor, prevenir la atrofia muscular y recuperar la movilidad articular.
Las fases más comunes incluyen:
- Fase inicial (0–2 semanas): control del dolor con analgésicos multimodales, crioterapia localizada y movilización pasiva suave.
- Fase intermedia (2–6 semanas): fisioterapia asistida con hidroterapia, ejercicios de carga parcial y técnicas de electroestimulación para evitar la pérdida muscular.
- Fase avanzada (6–12 semanas): incremento progresivo de la carga, ejercicios de propiocepción y fortalecimiento mediante caminatas controladas y bandas elásticas.
De acuerdo con el European College of Veterinary Sports Medicine and Rehabilitation (ECVSMR), un programa de fisioterapia adaptado individualmente puede reducir el tiempo de recuperación en hasta un 30 % y mejorar la calidad de la consolidación ósea.
Recuperación postquirúrgica en perros con fijación de fémur mediante placas
La recuperación tras una osteosíntesis femoral con placa y tornillos requiere un enfoque estructurado para garantizar la consolidación ósea y la funcionalidad del miembro afectado.
Movilización temprana y carga progresiva: Según la American College of Veterinary Surgeons (ACVS), se recomienda iniciar ejercicios de apoyo parcial y movimientos pasivos controlados entre los 7 y 14 días posteriores a la cirugía, siempre que el control del dolor lo permita. Esta estrategia previene la rigidez articular y estimula la formación del callo óseo.
Control del dolor: El protocolo analgésico suele incluir AINEs combinados con opioides en los primeros días. En un estudio publicado en BMC Veterinary Research sobre el sistema de placas SOP, el 90 % de los perros tratados con este abordaje alcanzaron consolidación adecuada sin fallo del implante en aproximadamente 6 semanas.
Revisiones radiográficas periódicas: Es fundamental realizar controles radiográficos a las 2–4 semanas, y posteriormente a las 6 y 12 semanas, con el fin de verificar la correcta posición de la placa y el progreso de la consolidación ósea.
Fisioterapia y rehabilitación: La European School for Advanced Veterinary Studies (ESAVS) recomienda complementar la recuperación con fisioterapia supervisada. Estudios clínicos han demostrado que los perros sometidos a programas estructurados de rehabilitación tienen hasta 1,9 veces más probabilidades de recuperar la función completa en menos de 8 semanas, en comparación con aquellos que solo realizan reposo y paseos con correa.
Prevención de complicaciones: Entre las complicaciones más frecuentes destacan la aflojamiento de los tornillos, la infección del sitio quirúrgico y la osteoporosis inducida por el implante, sobre todo en razas pequeñas. Investigaciones publicadas en Veterinary and Comparative Orthopaedics and Traumatology señalan una reducción significativa de la densidad mineral ósea en el fémur hasta un año después de la cirugía si la placa no se retira a tiempo.
Rehabilitación en perros tratados con clavo intramedular femoral

propuesta de protocolo de rehabilitación para perros tratados con clavo intramedular femoral, basado en estudios veterinarios como Limb Gait Score en perros con transición funcional tras osteosíntesis con pasador intramedular , además de trabajos que evalúan fijación interlocking, ESIN y dinámicas de peso progresivo .
Protocolo rehabilitador sugerido tras reparación con clavo intramedular
Fase Fase | Tiempo estimado post-operatorio* | Objetivos principales | Intervenciones recomendadas |
---|---|---|---|
Fase inicial | Días 1-7 | Control del dolor y la inflamación; evitar atrofia temprana; inicio de apoyo mínimo | Analgesia adecuada; uso de hielo local o crioterapia; movilización pasiva de cadera, rodilla y tarso (flexo-extensión suave varias veces al día); cuidado de la herida quirúrgica; evaluación diaria de postura y “limb gait score” para valorar progresos en carga de peso en postura de pie . |
Fase de transición | Semana 2-4 | Aumentar el soporte de peso gradualmente; mejorar rango de movimiento; prevenir rigidez articular | Introducción de caminatas cortas con correa en superficie plana; ejercicios de cambio de peso (weight shifting); continuar movilización pasiva; comenzar NMES si implante estable; vigilancia radiográfica para verificar alineación y consolidación temprana. |
Fase funcional temprana | Semana 5-8 | Recuperación funcional de la marcha; fortalecimiento moderado; mejorar propiocepción | Caminata progresiva: aumentar duración; ejercicios “sit-to-stand”; estímulo activo del cuádriceps y glúteos; usar hidroterapia si disponible; ejercicios de equilibrio suaves; inicio de trote liviano si no hay dolor ni aflojamiento del clavo. |
Fase avanzada / mantenimiento | Semana 9-12 y en adelante | Restaurar uso completo del miembro; retorno a actividad normal; evitar secuelas (cojera, rigidez, asimetrías) | Ejercicio dinámico (correr, saltos suaves) bajo supervisión; tareas funcionales específicas (subir escaleras, superficies variadas); seguimiento del rango de movimiento comparado al miembro contralateral; ajustar ejercicios según radiografías de consolidación; cuidado continuo del tejido blando. |
Los periodos pueden variar dependiendo del tipo de fractura (transversal, oblicua, conminuta), edad del perro, raza, tamaño y estabilidad del implante.
Aspectos críticos a vigilar y ajustes posibles
Si se observa dolor al apoyo o signos de aflojamiento del clavo, detener ejercicios de carga hasta resolver con veterinario.
- Supervisar amplitud de movimiento para evitar sobrecarga prematura.
- Mantener nutrición óptima, aporte proteico y micronutrientes necesarios para la osteogénesis.
- Realizar fotografías o video de la marcha periódicamente para revisar compensaciones o asimetrías.
Cuidados en perros con fijación externa aplicada al fémur

Limpieza diaria de los tractos de los pasadores / alambres con solución de clorhexidina diluida al 0,05 % seguida, si procede, de una pomada antibiótica tópica para evitar infecciones en los sitios de entrada del pasador.
Vendaje compresivo inicial tipo “Robert-Jones” o similar, con apósito estéril no adherente alrededor de los pasadores, seguido por capas intermedias que protejan la piel y partes blandas de la irritación que pueda ocasionar el cuadro rígido del fijador.
Protección mecánica del fijador: ensambles bien apretados, corte de extremos de pasadores o alambres lo más cerca posible de las fijaciones, aplicación de tapas plásticas o manguitos (“shrouds”) para evitar enganches, cortes o traumatismos accidentales.
Restricción del movimiento y actividad física controlada: confinamiento durante las primeras semanas para evitar estrés mecánico sobre la fractura, paseos con correa sólo cuando lo autoriza el cirujano, evitando saltos o superficies resbaladizas.
Monitoreo radiográfico periódico: radiografías cada 4-6 semanas para evaluar la consolidación ósea, alineación correcta del fémur y detectar complicaciones como no-unión, defecto de alineación o aflojamiento del fijador.
Control del dolor y manejo de la inflamación: uso de analgésicos y antiinflamatorios según lo prescrito; sedación al momento del recorte de extremos de pasadores o cambio de vendaje si se sospecha dolor.
Observación frecuente del estado de la piel y tejido blando alrededor de los pasadores: vigilar signos de infección (erosión, exudado, hinchazón), necrosis, irritación, y resolver tempranamente.
Determinar momento adecuado para la retirada del fijador: retirar cuando haya evidencia clínica y radiográfica de curación suficiente del fémur; tras la retirada, permitir curación de los tractos de pasadores por segunda intención y usar vendaje suave las primeras 48-72 horas si hay riesgo de trauma al área.
Fisioterapia diseñada para perros con fractura de fémur
La fisioterapia diseñada para perros con fractura de fémur debe incluir movilización pasiva temprana, control del peso soportado por la extremidad afectada y ejercicios de fortalecimiento progresivo. adaptados al tipo de fijación y al estadio de consolidación ósea; según un estudio experimental con perros que tuvieron fractura diafisaria de fémur fijada con clavo intramedular, el “limb gait score” mostró que entre los días 1-3. el apoyo era nulo (grado 5), mientras que hacia el día 22-28 ya se observaba uso de la pata en caminata rápida (grado 2), y hacia el día 36 o más recuperación casi normal (grado 0) durante 60 días post-operatorios.
Aquí tienes un protocolo detallado día por día/semanas para rehabilitación fisioterapéutica en perros con fractura de fémur, basado en estudios veterinarios clínicos y experimentales.
Días 1-3 (inmediato post-operatorio): movilización pasiva de todas las articulaciones de la extremidad afectada (PROM = Passive Range of Motion) sin causar dolor; uso de frío local para disminuir inflamación; restricción del movimiento: evitar saltos, correr o subir escaleras.
Días 4-10: continuar PROM varias veces al día; incentivación de apoyo parcial de peso sobre la pata operada durante la posición de pie si la reparación lo permite; paseos cortos con correa sólo para eliminación, supervisados estrictamente.
Días 11-21 (semanas 2-3): incremento progresivo de las caminatas con correa (superficies planas, paseos lentos), ejercicios de “sit-to-stand” (sentarse y levantarse), incorporación de ejercicios de cambio de peso (weight shifting) para estimular la recuperación funcional del miembro.
Semanas 4-6: continuar con ejercicio activo suave: “sit to stand”, superficies irregulares leves, quizá uso de hidroterapia o cinta subacuática si está disponible; PROM sigue para evitar rigidez. Radiografías de control y evaluación del rango de movimiento.
Semanas 7-8 (día 49-60): si los controles radiográficos muestran buena consolidación ósea, incrementar la duración de los paseos con correa (20-30 minutos), incluir inclinaciones suaves (cuestas), continuidad de hidroterapia si procede, ejercicios más dinámicos pero sin saltos ni torsiones bruscas.
Semanas 9-12+: empezar actividad más libre (permitir correr suave, brincar bajo supervisión), ejercicios de salto moderado, retorno al comportamiento habitual, siempre vigilando que no haya cojera persistente; ajustes según respuesta clínica.
Ejercicios pasivos y activos para extremidades posteriores caninas
Aquí tienes una lista detallada de ejercicios pasivos y activos para las extremidades posteriores caninas, basados en estudios veterinarios recientes, útiles tras fractura de fémur o cirugía ortopédica:

Ejercicios Pasivos
- Flexión y extensión asistida de la cadera, rodilla y tarso (PROM, Passive Range of Motion): mover cuidadosamente la articulación sin participación del perro, repitiendo 20-30 veces por articulación para prevenir rigidez y mantenimiento de cartílago sin causar dolor.
- Rotación, aducción y abducción de la extremidad pélvica pasivas: movilizaciones suaves rotacionales y laterales para mantener la amplitud articular, especialmente en pacientes con inmovilización prolongada.
- Compresiones articulares y movilización sin carga: aplicar presión ligera sobre articulaciones y movimientos pasivos lentos para mejorar circulación, reducir edemas y estimular líquido sinovial.
Ejercicios Activos
- Ejercicios de cambio de peso (“weight shifting”): ayudar al perro a desviar peso entre extremidades posteriores mientras está de pie, lo que mejora propiocepción y equilibrio.
- Sentarse-levantarse (“sit-to-stand”): que el perro pase de posición sentada a de pie repetidamente, para fortalecer cuádriceps y glúteos, y mejorar soporte de peso.
- Caminata supervisada con correa: en superficies planas y lentas, progresando a superficies ligeramente inclinadas o irregulares para estimular la musculatura de la articulación de la cadera y la rodilla sin impacto excesivo.
- Hidroterapia (caminar en cinta subacuática o piscina): uso del agua para reducir carga, permitir movimiento activo sin impacto, favorecer fortalecimiento muscular y aumentar rango de movimiento.
- Ejercicios de propriocepción y equilibrio: superficies inestables (plataformas, discos sensoriales), obstáculos bajos, inclinaciones suaves para mejorar control neuromuscular de los miembros posteriores.
Hidroterapia aplicada en perros con fractura femoral
La hidroterapia (con cinta subacuática o natación controlada) permite realizar ejercicios de soporte de peso reducido gracias a la flotabilidad del agua, lo cual disminuye la carga mecánica sobre el fémur fracturado y favorece el rango de movimiento sin riesgo de estrés excesivo en el sitio de la fractura.
El efecto hidrostático también contribuye a disminuir inflamación edematosa, mejorar la circulación sanguínea y linfática y, por consiguiente, acelerar los procesos de reparación tisular; además, el agua caliente facilita la relajación muscular al aliviar rigidez periarticular.
Para perros que han recibido fijación interna de fractura femoral (por ejemplo, mediante pin intramedular) los estudios de gait-score muestran mejoras en el uso del miembro afectado a partir del día 4-10 en posición de pie, y progresos más marcados entre los días 22-35 hacia la marcha con velocidad rápida, cuando se aplican rehabilitación física inclusiva (hidroterapia puede integrar-se una vez que la osteosíntesis y los controles radiográficos muestran riesgo aceptable).
Es crucial iniciar la hidroterapia en el momento apropiado, dependiendo de la estabilidad del implante, llamado post-operatorio temprano, pero no tan temprano que comprometa la matriz ósea o provoque complicaciones como infecciones o desestabilización; la supervisión veterinaria y del fisioterapeuta especializado garantiza adaptar profundidad, temperatura y duración del ejercicio al estado clínico.
Uso de electroestimulación en la musculatura canina tras fractura de fémur
La electroestimulación neuromuscular (NMES) se utiliza tras cirugías ortopédicas, incluida reparación de fracturas femorales, para prevenir atrofia muscular del cuádriceps o glúteos cuando el perro no puede cargar peso o usar voluntariamente la extremidad; esta modalidad también mejora la fuerza muscular, la circulación local y el rango articular.

Aunque no hay muchos estudios específicos en perros con fractura femoral, un modelo en conejos mostró que NMES diaria desde el cuarto día post-operatorio durante cuatro semanas produjo un callo con contenido mineral 31 % mayor y un área de callo 27 % superior comparado con conejos control; además, las propiedades biomecánicas del hueso curado (torsión, rigidez, energía hasta fractura) mejoraron significativamente.
En prácticas clínicas veterinarias, se recomienda iniciar NMES temprano (cuando el implante sea estable y no haya riesgo de dañar la fractura), con sesiones breves (por ejemplo 5-15 minutos), frecuencia de varios días por semana, ajustando la intensidad para lograr contracción visible sin dolor, como complemento al reposo, terapia pasiva y ejercicios activos.
Prevención de secuelas en perros tras fractura de fémur
Mantener la movilización articular activa o pasiva precozmente para evitar rigidez y contracturas musculares: la inmovilización prolongada (por ejemplo, hiperextensión constante) produce atrofia significativa de fibras tipo I en el vasto lateral después de apenas 7 semanas (– p < 0,05), con necrosis focal y fibrosis perimisial.
Estimulación mecánica o rehabilitación de resistencia temprana favorece la regeneración del callo óseo y acelera la consolidación ósea, demostrando que en modelos con defecto de hueso femoral de tamaño crítico, el ejercicio resistido desde fases tempranas promovía puente óseo completo en ~90 % de los casos a las 8 semanas frente ~50 % en animales sedentarios.
Minimizar la atrofia muscular por desuso mediante suplementación nutricional que reduzca la miostatina (por ejemplo, Fortetropin®), lo que en perros tras TPLO mantuvo el grosor del muslo y apoyó mejor el peso en la extremidad afectada comparado con placebo.
Selección y aplicación adecuada del implante quirúrgico, con buena técnica de fijación, preservación del suministro vascular y cuidado de los tejidos blandos para evitar complicaciones como no unión, fallo de implante o infección. Un estudio retrospectivo con placas “String-of-Pearls” reportó que complicaciones mayores (como migración de pasador o ruptura de tornillo) se presentaron en 8/40 casos, destacando importancia de planificación quirúrgica.
Realizar controles radiográficos periódicos para detectar no unión, mala alineación o problemas de consolidación temprana, de forma que intervenir cuando aún sea posible corregir sin alterar función permanente.
Manejo de la atrofia muscular en perros después de la fractura femoral
En perros inmovilizados tras fractura o daño articular, se ha demostrado atrofia significativa de fibras tipo I en vasto lateral tras 3-7 semanas de extensión forzada de la extremidad, acompañada de fibrosis perimisial y necrosis focal.

Un estudio con 8 perros que sufrieron atrofia inducida al inmovilizar la articulación femorotibial durante 30 días encontró que la electroestimulación neuromuscular (NMES) de baja frecuencia (50 Hz, pulso de 300 ms, ciclo on/off 1:2) durante 60 días produjo un aumento significativo de la área transversal de las fibras del vasto lateral comparado con el momento del inicio tras inmovilización.
Intervenciones recomendadas
- Electroestimulación neuromuscular (NMES): iniciar tan pronto como el implante es estable y el riesgo de daño sea bajo; utilizar frecuencias de aproximadamente 50 Hz, pulso de 300 ms, con proporción de estimulación/reposo (on/off) de 1:2, sesiones 5 veces por semana durante al menos 60 días demuestra eficacia en aumentar masa muscular y reducir atrofia.
- Ejercicio progresivo activo supervisado: ejercicios como sit-to-stand, cambio de peso (weight shifting), caminatas con correa sobre superficies planas, y posteriormente ejercicios de mayor carga según consolidación ósea.
- Prevención de contracturas y rigidez articular: movilización pasiva temprana (PROM) repetida de la articulación de la rodilla y cadera para mantener el rango articular, evitar acortamiento muscular y pérdida funcional.
- Hidroterapia o ejercicios acuáticos: una vez que la estabilidad lo permita, nadar o caminar con apoyo bajo en agua permite ejercicio activo con menor carga para los tejidos, favoreciendo hipertrofia sin estrés mecánico excesivo.
- Nutrición específica: uso de suplementos que disminuyan la miostatina (como Fortetropin®) puede prevenir la pérdida de diámetro del muslo y apoyar mejor recuperación muscular durante periodos de restricción de actividad post-operatoria.
Alteraciones de la marcha en perros con fémur consolidado
Distribución desigual del peso corporal: incluso meses después de fracturas pélvicas tratadas de forma conservadora, perros mostraron porcentajes menores de carga (peak vertical force, impulso vertical) en la extremidad afectada, reflejando compensaciones hacia la otra pata posterior o hacia las anteriores.
- Índices de simetría alterados: parámetros temporoespaciales como el tiempo de apoyo (stance time) y de balanceo (swing time) pueden variar entre ambas patas posteriores, indicando asimetrías persistentes pese a la consolidación ósea.
- Movilidad articular reducida: especialmente extensión de la cadera y la articulación de la cadera-tarso, en algunos perros la extensión completa no se recupera plenamente, lo que puede afectar la longitud de zancada y el arco de movimiento en la fase de apoyo.
- Cojeo residual o marcha rítmica irregular: aunque el fémur esté consolidado, algunos perros presentan marcha alterada al trote o correr, con tolerancia al peso disminuida o variaciones en la velocidad de paso.
Estrategias para evitar rigidez articular en caninos operados del fémur
una serie de estrategias probadas científicamente para evitar rigidez articular en perros operados del fémur:
- Movilización pasiva temprana (PROM): iniciar movimientos asistidos suaves de flexión y extensión de las articulaciones de la cadera, rodilla y tarso desde los primeros días post-operatorios, para mantener la lubricación sinovial y prevenir formación de tejido cicatricial restrictivo; la literatura señala que la inmovilización prolongada favorece pérdida de lubricación, aumento de colágeno desorganizado y rigidez articular.
- Restricción adecuada de la actividad física: limitar correr, saltar, subidas de escaleras y movimientos bruscos hasta que haya consolidación ósea verificada radiográficamente; según guías quirúrgicas veterinarias, el reposo controlado tras cirugía ortopédica puede variar entre varias semanas hasta 8-12 semanas, dependiendo del tipo de fijación.
- Ejercicio activo gradual supervisado: una vez el implante esté estable, introducir ejercicios de soporte de peso ligero (por ejemplo, caminar con correa sobre superficie plana) progresivamente, para estimular recuperación funcional del rango de movimiento y evitar la atrofia que contribuye a rigidez.
- Terapias complementarias como calor local o hidroterapia: el calor moderado aplicado antes de ejercicios puede mejorar la extensibilidad del tejido blando, y el uso del agua reduce la carga sobre articulaciones, permitiendo mayor libertad de movimiento sin dolor. (Si bien no todos los estudios se centran solo en fractura de fémur, hay evidencia de beneficios en rehabilitación ortopédica en general).
- Monitoreo periódico del rango de movimiento (ROM) articular: medición goniométrica de flexión/extensión de cadera, rodilla, comparándolas con la extremidad contralateral sana; uso de datos como los obtenidos en estudios de perros con FHNO, en los que se observaba reducción del rango de movimiento en alrededor del 74 % de los casos si no se aplicaba fisioterapia intensiva.
- Prevención de formación de tejido cicatricial excesivo y adhesiones: mediante técnicas de masaje terapéutico suave, movilización de tejidos blandos, movimientos pasivos múltiples diarios, para interrumpir la cicatrización interna rígida, especialmente entre músculos, tendones y cápsulas articulares. (Estas prácticas se mencionan en protocolos veterinarios de rehabilitación post-quirúrgica).
- Control del dolor y la inflamación: manejo adecuado del dolor (analgésicos, antiinflamatorios) para que el perro tolere la movilización; la inflamación excesiva y el dolor producen guardas posturales y rigidez, lo que limita la realización de ejercicios de fisioterapia.